miércoles, 26 de diciembre de 2012

Un punto de coherencia dentro del caos...

Casi sin darme cuenta, paseando por la recepción del hotel donde me alojaba en Madrid, me encontré con Irene Junquera, periodista del programa deportivo Punto Pelota, quien esperaba la llegada de los jugadores del Tenerife para realizar uno de sus habituales reportajes para el programa.

El momento foto con Irene Junquera 
Punto Pelota ha sido, seguramente, la mayor aparición deportiva en televisión en los últimos años, al menos en términos de audiencias y seguimiento.  Desde un canal tan sesgado como Intereconomía se ha hecho un hueco en la parrilla de la noche-madrugada compitiendo con el otro programa deportivo nocturno, Futboleros de Marca TV, y superando incluso a canales generalistas.

Durante mucho tiempo fui un seguidor fiel al programa. Aún reconociendo su escaso gusto por el periodismo serio y bien hecho y con una clara tendencia al show espectáculo imperante en el circo mediático de la televisión, con tertulianos sin ningún sentido del ridículo y con nula credibilidad profesional, me divertía por momentos comprobar la falta de rigor y coherencia de sus contenidos, con un día afirmando una cosa y al siguiente lo contrario. La última gran afición del programa y de su presentador, Josep Pedrerol, por ejemplo, es anunciar como 'exclusivas' cualesquiera de las intervenciones de sus tertualianos, sean incluso como la mayoría de las veces meras opiniones personales sin el menor atisbo posible de la regla máxima para la publicación de una noticia como era 'el contrastar' que nos enseñaban en la Facultad. Tanto me enervaban por momentos sus contenidos que no podía resistir la posibilidad que te otorgan las nuevas tecnologías, como twitter, para replicarles y debatirles. Ello me sirvió para que su director, Pedrerol, me bloqueara...

Apenas estuve con Irene treinta segundos, el tiempo de preguntarle qué hacia alli y de que la cámara de mi teléfono funcionara de una vez para inmortalizar el momento. Me quedé con las ganas, sin duda, de felicitarle por su trabajo, de los pocos, si no el único punto de coherencia y de tarea rigurosa dentro del caos y falta de sentido común generalizado del programa. 

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