La FIFA le ha dado a Vicente Del Bosque el
premio a mejor entrenador del año. No digo que no lo merezca, pero no
encuentro mayor razón que la de premiar, de esta singular forma, al fútbol
español, que ha visto como una generación de futbolistas considerada por muchos
como la mejor selección de todos los tiempos, consiguiendo en cuatro años dos
Eurocopas y un Mundial, no ha sido premiada en ninguna de las tres ediciones con el Balón de
Oro. Mientras Cannavaro consiguiera el mayor
reconocimiento a título individual que puede conseguir un jugador de fútbol
gracias a las tres semanas del Mundial de Alemania, otros como Xavi, Casillas o
Iniesta se han quedado sin recibir tal distinción con tres grandes títulos de selecciones consecutivos, además de los éxitos que en dichos años consiguieran con sus respectivos clubes.
Y la impresión es esa, que con el
premio a Del Bosque se intenta hacer algo
de justicia con el fútbol español. De otra forma no se entiende por
qué se premia en este año a Del Bosque, por una Eurocopa, cuando no se le
premió con el Mundial de hace dos años.
Muchos lo argumentan como el premio a
la trayectoria del entrenador salmantino. Pero entramos de nuevo en la misma
discusión que con los jugadores. Se trata del premio al mejor entrenador del
año, no al reconocimiento a toda una carrera.
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